Leía en la prensa española un artículo sobre el zapatófono superseguro elegido por el “Centro”, o más formalmente conocido por el CNI (CCN, etc) supongo que para proteger los secretos de estado que maneja el Gobierno y los altos cargos de la AGE, en casi todos los casos personas de confianza (amigos o parientes) del Gobierno.
La protección de los teléfonos móviles viene desde “antaño”, unos veintitantos años atrás.
Cuando trabajé en la defenestrada Bull me tocó ofrecer el zapatófono que Amesys fabricaba, un “nokia” securizado, con un Symbian capado. Pero el ministro del Interior prefería usar su IPhone 4 antes que quedar como un atrasado ante sus amistades por llevar semejante artefacto trasnochado.
Por eso cierta empresa tuvo el acierto de hacer una app sobre android – capado y securizado – sobre un smartphone posiblemente también protegido.
Hoy en día Indra, Telefónica , Airbus y otros mucho más se pelean por vender a gobiernos y empresas sus sistemas de comunicaciones críticas basadas todas en aplicaciones que aseguran confidencialidad.
Pero sigue habiendo quien insiste en el zapatófono.
La lección aprendida con ese ministro, y las cagadas de otros ministros, presidentes y esposas, es que en España el zapatófono lo llevan los asistentes. Ellos y elllas los prefieren “chulos”.
Yo también me animé a entrar en ese negocio, pero el smartphone-pseudo zapatófono guay de BQ que proponía junto con varias aplicaciones COTS para proporcionar confidencialidad se vino abajo al desaparecer esta empresa.
Pero sigue habiendo fabricantes de zapatófonos muy interesantes, como el elegido por el CNI. Asignado a los subordinados del Gobierno, pero poco productivo porque este colectivo está concienciado en la necesidad de proteger la información clasificada, y no sueltan prenda ni bajo la ducha.
No como los políticos, que dejan su smartphone personal en cualquier mesilla con tal de ir a por la bandeja de dátiles deshuesados.