
Que se sepa hasta la fecha, varias apps de Comunicaciones Seguras han sido cobijo de redes de crimen organizado. Los cacos no quieren que la Policía sepa de sus actividades, y por eso se ocultan. La referencia bíblica a las tinieblas tiene un fundamento antropogénico, basado en la experiencia de muchos miles de años. Por eso antiguamente la «nocturnidad» agravaba la pena de un crimen.
Estos días se comentan las apps Encrochat, SkyECC yAnom, que al ser interceptadas por la Policía, han permitido detener a muchos rufianes. Es significativo Anom, una app que en realidad era una trampa creada por el Federal Bureau of Investigation (FBI). En USA es legal este tipo de tácticas policiales, para pillar a los maleantes.
Las otras dos apps eran canadienses, ¿curioso no?
Partidos políticos como Podemos hacen uso doctrinario de Telegram y otras apps para evitar ser escuchados, ya que les permite suponer impunidad cuando coordinan la actuación de sus acólitos, como los que apedrearon a Vox en Vallecas.
Esto no quiere decir que sea ilegal usar una app de comunicaciones seguras. Si tu actividad es legal, no tendrás problema en abrir tu móvil al juez. Y si la fabricas, es muy inmoral venderla a sabiendas a los forajidos.
Signal, Whatsapp son aplicaciones de comunicaciones seguras. La diferencia es que mientras en Signal no hay un nodo central que pueda ver en abierto las conversaciones, con Whatsapp sí, por mucho que digan que no pero sí. Que lea tu mensaje una aplicación en vez de una persona, no es sinónimo de confidencialidad. Esa aplicación de Meta ¿qué hace exactamente? Lee lo que escribes para no ser encausado junto con el criminal que usa Whatsapp. Y por ahí fugan muchos secretos personales y de empresas hacia ya sabemos quién.